02 julio, 2022

PERFECTO AMOR


Conocí a Chabuquita entre 1980 y 1981, cuando unidos por la música y en plena fiebre de las grabaciones de cintas de cassette, pasábamos horas escuchando y seleccionando listas enteras de canciones que luego ella disfrutaría en casa, con su familia o con sus incontables amistades. Ella las mandaba grabar por duplicado pues le encantaba obsequiar. Don Emilio la engreía mucho. Él pasaba a dejarla a la discotienda y luego de un tiempo prudencial la recogía en su clásico volkswagen. Lo que a él siempre le sorprendió fue que un muchacho como yo tuviera amistad con una pareja con la que había una considerable diferencia de edad, pero así sucedió y fue una amistad muy especial que se prolongó por varios años.

Chabuquita solía hacer siempre un brindis con sus invitados en aquella entrañable casa del jirón Junín, una copita que en realidad eran dos y que podían convertirse en tres, pero no más, ya sea para brindar por la amistad, para celebrar la vida o simplemente para combatir el frío. Era Lucila, la joven que la acompañaba a todas partes, quien se encargaba de servir las copas. Y fue en una de esas visitas cuando conocí el Parfait Amour y pude percibir que el nombre de ese licor era lo que ella y don Emilio representaban frente a la vida.

Guardo en mi memoria la fotografía que Chabuquita y don Emilio tenían en su sala. Allí habían otras fotografías de sus hijos y nietos, pero esa era la que llamaba particularmente mi atención. Ella, morena, delgada, muy espigada y hermosa. Él, más bien circunspecto, elegante y todo un caballero, como siempre lo fue. Al verme observar la foto, Chabuquita me contó de su matrimonio previo no muy feliz y que al momento de hacer los trámites para su divorcio conoció a don Emilio, el abogado que la enamoró y con el que compartirían sus existencias, junto a sus dos adorados hijos Carmelita y Antonio, para quienes don Emilio pasó a ser el mejor de los papás.

Don Emilio partió a la eternidad un sábado de Octubre de 1993, pero para Chabuquita él nunca partió de su lado Yo seguí visitándola incluso cuando dejé la discotienda, pues me daba el tiempo necesario para seleccionar la música que le agradaba. Fueron tertulias encantadoras donde ella me contaba de su familia, de las reuniones semanales con sus amigas en la quinta de enfrente e inclusive de don Emilio, a quien amó tanto y a quien jamás pudo darle el hijo que ambos anhelaban. 

Chabuquita y Emilio se volverían a encontrar diecinueve años después.

Ahora que los años han pasado, la mejor manera de recordar a tan hermosa pareja de amigos es conservando su memoria, pidiendo a Dios que bendiga a su familia y haciendo un brindis especial, pues donde haya un Parfait Amour, ellos siempre estarán presentes.




En Memoria de :

MARÍA ISABEL FLORES DE LUNA
† 07 /07 /2012

EMILIO LUNA AZABACHE
† 16/ 10/ 1993



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