11 noviembre, 2021

ELLA O EL MAR


El barco está por partir. La muchacha llega al muelle y se detiene detrás de un poste a observar la embarcación. Es espigada, hermosa, pero su mirar con luz de anochecer denota tristeza. Todo es como una película en blanco y negro que se proyecta sólo en mi imaginación, teniendo como fondo las notas de una canción. El barco anuncia su partida por segunda vez.

De pronto, empiezo a flotar en mis recuerdos. Debe ser a inicios de los setentas. Hay mucha gente. Reconozco la boletería del cine-teatro Trujillo, donde estoy de la mano de tía Alicia y abuelita Victoria. En la entrada, un afiche gigantesco atrae mi atención. Intento recordarlo tal y como era realmente, pero mi mente lo muestra borroso, indescifrable.




El hombre, fuerte y de toscos rasgos, ha logrado contactar con la muchacha. Todo parece girar  alrededor de ellos y sus miradas descansan entre sí en un instante interminable. Rodeados por húmedas y dramáticas despedidas, parece que se van a juntar y lo hacen, pero sólo para darse un último beso. De lejos se ven como dos frágiles figuras de murano que empiezan a tomar distancia entre sí. Entro a la película y camino hacia la muchacha. Recuerdo vagamente que su pañuelo voló y al intentar decir adiós el cristal de su voz se quebró.

Ahora estamos ya sentados en nuestras respectivas butacas, yo en el centro, aún niño y con mucha curiosidad de  ver y escuchar a un gran cantante en directo y ya no a través de la radio. La expectativa aumenta, el cine-teatro Trujillo está ahora media luz para dar oportunidad a que las últimas personas puedan acomodarse. Después de veinte minutos, la luz se apaga completamente y un hermoso bolero empieza a sonar.

He seguido a la bella muchacha pero debo apresurarme, no sé si es sólo mi imaginación o tal vez un sueño que en cualquier instante pueda llegar a su fin. El barco está partiendo ya. Recojo el pañuelo y trato de entregárselo, pero todo empieza a girar como cuando un sueño se desintegra. Sólo atino a preguntarle su nombre. Ya no estamos en una película en blanco y negro, pero da igual. Sigue repitiendo su nombre, gritándolo, pero yo no puedo ni podré escucharla más. Lo único que recuerdo es que llevaba boina azul y en su pecho colgaba una cruz ...




Párrafos 1,3 y 5 inspirados en Tristeza Marina (Horacio Sanguinetti /José Dames y Roberto Flores).
Leo Marini, Imagen tomada de IMDb, y luego editada.


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