18 mayo, 2020

EL DISCO DE ORO


El Disco De Oro, La Casa Del DiscoDiscos Pérez, fueron, salvo mejor información, las primeras tiendas de discos en Trujillo. No existe fecha exacta de su inauguración ni de cuándo cerró sus puertas, pero su apogeo se ubica entre los años 1959 y 1965. Su propietario era don Oscar Galván, un emprendedor y elegante caballero masón, de rostro blanco y lunarejo, quien solía atender personalmente a sus clientes cuando de música clásica se trataba, la cual era su pasión.

El local de esta discotienda pertenecía al Club De Leones y estaba ubicado en la cuadra cinco de la calle Pizarro, frente a la puerta del Banco Popular (actual Sunat), cuando esta daba para esa calle, justo debajo de los balcones coloniales que existen hasta hoy. La entrada de El Disco De Oro no era muy amplia y a ambos lados podían verse los casilleros conteniendo los discos de larga duración seleccionados por tipo de música, mientras al fondo detrás del mostrador dos bellas señoritas atendían al público en un espacio bastante limitado, junto al tornamesas y a los casilleros que contenían los discos más pequeños.




En El Disco De Oro, los clientes tenían la facilidad de observar las carátulas de los discos y ver el contenido de canciones sin necesidad de pedirlos. Otro tema era querer escucharlos, para lo cual tenían que dirigirse a cualquiera de las solícitas jóvenes.

Rubi, la empleada más antigua, tendría unos veinticinco años y en  ella recaía la responsabilidad de la tienda en las muchas ausencias del propietario; era una muchacha alta y algo seria, llevaba coleta y era dueña de una peculiar forma de caminar. Nancy, en cambio, era más agraciada y, aparte de ser la sobrina de don Oscar, tenía más aptitud para las relaciones y las ventas. Amable, era la más joven, apenas rozaba los dieciocho años de edad y era una bella morena de perfil lolafloresco. No está de más decir que estas y otras muchachas que pasaron por El Disco De Oro, no necesariamente llegaron a conocerse entre ellas pues trabajaron en distintos momentos en esta discotienda.

Los rígidos discos de vitrola, llamados también de carbón, ya habían empezado a ser historia algunos años atrás y ya por ese tiempo se fabricaban de un tipo de material más duro de los que se fabricarían posteriormente, pero aún así podían romperse al golpear su borde o si eran arqueados más de lo necesario; no obstante, su peso era menor y podían durar mucho más que los de carbón. El precio de los discos de 45 rpm era de veinticinco soles (de los soles antiguos, claro) y el de los LP ó 33 rpm ciento cincuenta, a excepción de los de Industrial Sono Radio que costaban ciento veinticinco, y doscientos soles los de música clásica.

Aquella fue una época en que los mismos cantantes nacionales llegaban a las tiendas para promocionar sus grabaciones. En una oportunidad y casi al inicio de su carrera, llegó Jimmy Santy en persona, causando gran revuelo entre las jovencitas; llevaba una gran cantidad de fotos suyas autografiadas para ser obsequiadas a quienes compraran sus discos.




La historia cultural de Trujillo, ciudad tan conservadora aún en aquellos años, se iría abriendo paso también a través de la música de moda. Como curiosa anécdota mencionaré aquí que un redactor del diario La Industria llamado Freddy Gálvez solía visitar El Disco de Oro para copiar las letras de las canciones que llegaban al primer lugar de popularidad, con el objeto de publicarlas luego en su columna semanal llamada El Hit Del Momento, lo cual se repetiría muchas veces gracias a la paciencia y amabilidad de las jóvenes que atendían. Otras veces llegaban locutores radiales para hacerse de algunas canciones que no tuvieron la suerte de recibir en sus emisoras. Y en alguna que otra oportunidad, se paseaban por la discotienda personajes ligados no sólo a la música sino al arte y a la cultura en general.

La mayor afluencia de público era los fines de semana. Sin embargo, eran los sábados cuando la máquina registradora de El Disco De Oro batía su propio récord. Muchos compradores eran de la ciudad, pero habían muchos parroquianos que sólo se acercaban a escuchar las canciones que, una tras otra, las simpáticas muchachas ponían en el tornamesas. La discotienda era muy visitada por gente de los nacientes pueblos jóvenes, así como también de las distintas haciendas, distritos y caseríos apartados de Trujillo.




De pronto un día, en El Disco De Oro todo empezó a cambiar. Se llegó a ver a una sola empleada atendiendo tras el mostrador, lo cual ya indicaba cierta austeridad. Luego esta tienda de discos se perdería en el tiempo y el espacio, pero la efervescencia causada por la música no se detendría. Con el pasar de los años, las calles del centro se poblarían más y la música empezaría a recorrer más calles, trepar más paredes e ingresar a más hogares de aquel Trujillo tan diferente al actual, pero que por entonces empezaba a despertar intentando modernizarse sin perder su identidad.

Luego, se abrirían más tiendas de discos, pero eso será ya parte de otra historia.



Gracias a : AMABLE RODRÍGUEZ TISNADO y NANCY HARMAN INFANTES
Imágenes 1 y 3 : Bacanika.Com
Imagen 2 : Colección personal de JIMMY SANTY


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