30 junio, 2009

DISCOS, LIBROS y POSTERS




70's y 80's

Existe un lugar donde me refugio cada vez que las cosas marchan o no marchan bien y en donde construyo recuerdos y soy feliz. Mi cuarto es un sitio pequeño, ordenado y acogedor. Tiene un toque personal desde cada ángulo por donde se le mire y no son pocos los integrantes de mi familia que se admiran cada vez que observan los pequeños detalles allí encontrados. La creatividad tiene un lugar preponderante en mi discreto y cómodo espacio.

La puerta de mi cuarto es ancha, color plomo y comunica directamente al patio con geranios, buenas tardes y helechos, brindando una ventilación adecuada. Desde la ventana se puede observar el callejoncito que es la zona común para las tres casas familiares y una cortina muy bien ubicada impide que cualquier niño curioso eche por tierra mi amada privacidad. El techo de vigas de madera está completamente cubierto por plástico amarillo y del centro pende un foco cubierto con una pantalla blanca que le da una apariencia simple y seria a la vez.

El ropero de tres cuerpos es bastante clásico. Allí se encuentra mi colección de discos long play, justo al lado del tornamesas Dual. Es una colección de música romántica, pequeña pero muy querida. La carátula de cada disco está plastificada y, por dentro, un forro imantado especial protege sus notas musicales. Cada vez que escucho alguno de ellos, me transporto y siento que tal vez la felicidad esté ahí, oculta, transfigurada y mezclada en esos mágicos surcos.




Los libros, mi otra pasión, se encuentran en un armario especial y, como suele pasar siempre, el espacio se hace cada vez más pequeño para cobijarlos. Los autores son varios como variados los temas. Se pueden encontrar allí títulos clásicos de Julio Ramón Ribeyro, César Vallejo, García Márquez o Vargas LLosa como también al pequeño Julius escondido entre los viajes de Julio Verne; de hecho un Nuevo Testamento, un Libro Aguayo de Lectura una biografía de Maquiavelo; una abrumadora colección del Reader's Digest e inclusive algunos números de Playboy, entre otros autores lascivos y muchas otras obras de escritores poco conocidos pero no por eso menos interesantes. Debo reconocer que los libros son un placer elemental del cual nunca me he privado.

Al lado derecho, entre el armario de libros y la ventana, se encuentra mi cama, la cual está cubierta por una de las tantas colchas tejidas palmo a palmo por las hábiles manos de abuelita Victoria, a la medida justa y sin que ninguna otra de casa compita con ella en labor y blancura.
La parte que más llama la atención en mi querido cuarto son las paredes, pues hay muchas carátulas de discos pegadas estratégicamente en ellas. También hay posters de gente famosa, siendo el de la cantante Jeanette el de mayor tamaño, enmarcados en su totalidad por exclusivas cajitas vacías de fósforos Lufthansa y también de Chiclets Adams, donde cuido mucho la combinación de colores, logrando dar al conjunto un aire genuino y ecléctico. La imagen de la bella chica de amplia sonrisa con la que empiezo este relato es la más popular en mi dormitorio; el poster fue editado a mediados de los años setenta y fue uno de los más vendidos a nivel mundial en su momento.


Junio 25, 2009

Hay un lugar donde me refugio siempre, vayan las cosas mal o bien. Mi cuarto actual ya no comunica con ningún jardín y es probable que nunca deje de extrañar mi cuarto anterior en mi casa vieja de la calle La Mar. Aquí siempre escucho música, leo libros y desde allí me transporto a muchos otros lugares a través de internet. Las canciones ya no se reproducen en tornamesas pues los discos dejaron su lugar a la computadora. Tampoco veo la mirada de la gente en los posters pues el cuarto donde ahora me encuentro tiene las paredes completamente vacías. Todo tiene su ciclo y las viejas fotos gigantescas de pared cedieron su lugar a proyecciones en pantallas de cristal líquido.

Hay muchos objetos de antes que ya no están en mi dormitorio actual, pero que no echo de menos pues es básico adaptarse a un tiempo y a un espacio. Sin embargo, hay algo que siempre extrañaré de mi cuarto anterior y que cambiaría por cualquier comodidad presente. Extraño a las personas que solían entrar en él, que solían formar parte de esa habitación donde pasé gran parte de mi vida. Extraño las voces que dejaron de escucharse y a toda la gente querida que caminó, dejó sus huellas, sonrió, lloró y dejó de estar para siempre allí. Pero esas personas queridas vuelven cada cierto tiempo, confundidas en un sueño incompleto, plasmadas en una carta amarilla, reflejadas en una maltratada fotografía o simplemente a través de una canción como ésta, o como tantas otras ...






Relato inspirado por y dedicado a : Farrah y Michael, fallecidos ambos, circunstancialmente, el día de hoy : 25 de Junio del 2009.



3 comentarios:

La Marcianada dijo...

La mejor cancion... buenisimo tu blog!!

Salu2

Azariel dijo...

Cuando describes tu habitación, automáticamente imagino la mía y creo que carece de personalidad... Ya que consiste en murallas blancas, librero, repisa de música y películas, un escritorio con un notebook, una bandera Chilena, dos cuadros de películas (El gran dictador y Lo que el viento se llevo) y un olor a cigarro, que a veces cambia a perfume...
En algún lugar de mi vida olvidé los detalles... por ejemplo tenía un altar para honrar a mis inspiradores, tales como Gurdjieff, Ouspensky, Nietzsche, al viejo Gustav Meyrink, y aunque te parezca extraño a Rasputín, una hermosa foto de mi madre, la virgen de los rayos, Mikao Usui. Siempre había una vela blanca, vela azul y incienso.

)Azariel(

Anónimo dijo...

Puedo reconocer las capacidades comunicativas que el autor discretamente las propone, éstas son a mi entender esencialmente artísticas, por ello su lectura resulta interesante, placentera. motivadora, etc. Gracias, firme y adelante.