21 abril, 2009

LA CASA


En todos nosotros existe una casa. La tenemos incrustada en nuestra memoria, rodeada de cuerpos exánimes y almas etéreas. Es nuestra casa, pero no en la que vivimos ahora sino aquella de siempre, la que nos vio crecer o tal vez nacer, aquella que ya no habitamos pero que jamás dejó de habitar nuestra mente.

En una casa palpitan celebraciones, voces, sombras, huellas, sonrisas y miradas, pues una casa nunca está vacía. Y es probable que una casa tome también la forma de sus dueños, que sus muros se hayan transformado en vértebras, en húmeros y en calcáneos, en lamentos, en heridas lacerantes y en cuentas de rosario.




En la calle La Mar existió una casa cuyas paredes exhalaban risa y llanto. Esa casa no fue construida con cemento ni ladrillo pero sí por manos muy hábiles que supieron darle forma y resistencia. En cada rincón por donde se la mirase, un recuerdo yacía ahí, latente. Esa casa la ocupó mucha gente y muchos se detuvieron también en ella a descansar sus pies, partiendo luego a ocupar la suya propia.

En aquella casa escuché el primer llanto de un recién nacido y el mío también se oyó. Oí risas rutinarias y risas de felicidad. Vi surgir el amor y velé a mis muertos, todo en esa casa.




Junio 27, 2008

Hoy no es un día cualquiera. Camino a través del dormitorio y observo un sombrero colgado detrás de la puerta. Un reloj de leontina yace sobre la cómoda y un ancho pantalón con pliegues descansa sobre el hombre de la calle, junto a una correa con hebilla de plata con las iniciales D.R. grabadas. Al lado de la clásica máquina de coser, un antiguo ropero guarda ternos que acaricio con nostalgia. En el cuarto del fondo una guitarra colgada, un acordeón dentro de su gran estuche, una escopeta asegurada en una caja de madera y un grueso manojo de llaves atado a una cadena también de plata y con las mismas inicialesAtravieso el patio y siento el penetrante aroma a café recién pasado. Un perol, una escalera de madera y la gran tina para lavar ropa. Las pintorescas macetas con geranios me ven pasar y casi siento el florecer de las buenas tardes, mientras las gallinas me miran con interés desde el pequeño corral en el altillo. Por la ventana, observo la espaciosa y ventilada cocina, la mesa con el clásico mantel rojo a cuadros y a una mujer sumida en su incansable labor escuchando el parloteo de un aparato Philco.

La tarde avanza. Los canarios se guardan mientras la gata ploma tose y envejece. Un hombre va y viene preocupado a lo largo del pasadizo. Lo observo. Una mala noticia llegará pronto y cambiará muchas vidas dentro de esa casa.

Continúo mi recorrido. En la siguiente habitación hay un televisor Singer donde una bella muchacha de largo y ensortijado cabello negro habla español con acento italiano. Ahora, la dulce mujer que antes cocinaba teje y teje sin parar. Luego, en el comedor, bajo las lágrimas colgantes de una pantalla, volteo a ver la vitrina que guarda jarras, vasos, copas y pequeñas fuentes de vidrio, así como un juego de tazas de té tan diminutas que jamás llegaremos a usar. En el centro, la gran mesa con mantel tejido a mano y las clásicas sillas de caoba. A un costado, el tocadiscos Dual, que en otros tiempos inundó de alegres notas la casa.

En la sala, un Cristo observándolo todo, los clásicos sillones pata de león, la mesita de centro y los ceniceros del mismo juego del comedor. Los muebles crema, el espejo de consola, la araña de seis focos y una clásica pintura oriental, el volcán, el río, el puente, los cerezos...




Llego a la puerta y volteo para dar una última mirada a tantos recuerdos.
Entrego las llaves al nuevo propietario, que aguarda impaciente. 
Ahora, la casa sí está vacía.
No obstante, sigo escuchando que las paredes exhalan risas, muchas risas de momentos tan felices, pero esta vez soy yo el que no para de llorar.




Fotografía de mi Colección personal.
Pintura Original de don ALEJANDRO  JIMÉNEZ ÑIQUE.



8 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razon Jorge, esa casa estara siempre dentro de nosotros porque ahi siempre estara viva la gente que siempre significo orgullo, amor, felicidad, ternura y muchos mas significados que se resumen en uno FAMILIA, como hubiese querido que mi hijo llevara dentro de si ese recuerdo, pero se lo contare y de alguna forma tendra un lugarcito en su corazon. Me encanta como escribes, sigue haciendolo por favor. Vero

Anónimo dijo...

Primo, es impresionante cómo me trasladas a esa época de nuestra niñez... la describes tan maravillosamente... Algunos recuerdos tristes, pero también los hay felices, a final lo que prevalece es esa unión, ese amor por la familia. Un abrazo cariñoso, y sigue escribiendo. Elsa

SELVA & MADERA dijo...

"<>"

irma dijo...

Es cierto amigo, todos tenemos esa casa en nuestras mentes y corazones, y fuimos tan felices, no teniamos riquezas materiales , pero tenìamos lo màs importante, el amor de La Familia!!!y los recuerdos los ... mejores de mi vida, me encanta sabes, al leer como la describes...me trasladas a mi propia niñez un fuerte abrazo y te sigo leyendo. Irma

ramriar dijo...

Algo innegable: Qué somos los seres humanos sin una casa que habite en nosotros?
Tan importante, especial e inolvidable para todos nosotros, momentos que transcurrieron junto a familiares tan queridos, disfrutando mutuamente de dicha,felicidad, éxitos,oportunidades y logros en todo aquello que nos proponiamos, anhelábamos y deseábamos y que Dios siempre, con el amor que nos enseñó, iluminó nuestro camino.
Gracias Jorge, recordar es volver a vivir...

Anónimo dijo...

Primo querido!!! es la expresión que me brota del corazón..... no te niego que las lágrimas brotan solitas.... todo, todo tan perfectamente relatado, que no se traslada a esa época con mucha facilidad...... gracias por éstos momentos Jorge...... Irma

Azariel dijo...

Mi casa es de adobe, la levanto mi padre, siento seguridad por aquel detalle, tiene una ventana de marco blanco, con pequeños cristales, por ella veo el patio y el níspero que soporto mi peso cuando trepaba en él cuando niño, sus murallas interiores son celestes, solo hay un cuadro en sus murallas, es la ultima cena, la mesa esta bajo una ampolleta, que cuelga del techo, bajo la mesa están escritas mis primeras letras que grabe con una tiza, todo huele a cazuela, el olor se cuela desde la cocina, todas las piezas se comunicaban por puertas a los costados, las maderas del piso están lustrosas, sin embargo ya están delgadas por el paso del tiempo…

ale dijo...

Un texto triste, muy bien escrito. Un blog excelente, me gustó mucho, te felicito, besos